Reflexiones después del terremoto

Todos los que hemos experimentado un terremoto,sabemos que hay un antes y un después de; sin embargo, no podemos quedar paralizados pensando en lo que perdimos o en el susto que nos dan las réplicas. La vida continúa inexorable, aunque no queramos.

Ahora es el momento de reflexionar en lo que haremos de aquí en adelante; revisar cuáles son nuestras verdaderas prioridades en la vida; establecer metas, nuevos proyectos o continuar con los que teníamos. Sé que a muchos hacer esto les puede parecer irrelevante; pero es en los tiempos adversos cuando aprendemos quienes somos y de qué estamos hechos. La vida es un don precioso que podemos agradecer haciendo que nuestra familia, comunidad, país, salgan adelante. Los que trabajamos, contribuimos con un granito cuando realizamos nuestras labores rutinarias con la misma eficiencia que antes, con una sonrisa de optimismo, un abrazo de aliento a un colega aún choqueado o cuando escuchamos a otros descargar sus miedos.

Amigos y amigas, les quiero invitar a dar lo mejor de sí en todo lo que emprendan de aquí en adelante. Seamos perceptivos a las necesidades de otros. Reconstruir nuestra comunidad será una tarea larga, lenta; busquemos la manera de contribuir prestando servicio donde sea necesario. Los seres humanos olvidamos con facilidad y, después de un tiempo, ya no nos impresionará ver las imágenes del desastre; pensaremos que todo está bien porque estamos trabajando, hay comida para comprar, tenemos "cosas que hacer",etc.; sin embargo, esa aparente tranquilidad cotidiana no significará que todo marcha sobre ruedas. Miremos a nuestro alrededor y busquemos la oportunidad de prestar servicio. Quienes perdieron todo, necesitarán una mano amiga aún mucho después. 

Estos son tiempos para agradecer a Dios, nuestro Padre Celestial, lo que se nos ha dado: la vida; el tiempo para mejorar malos hábitos, la oportunidad para volver a comunicarnos con otros seres humanos, para perdonar antiguas ofensas, olvidar rencillas, aprender a amar de corazón, dar de nosotros sin condición, desarrollar nuevas habilidades o competencias que nos ayuden a seguir adelante también.Todos somos importantes para Él. Demos gracias y mostremos nuestra fe, viviendo mejor que antes. La muerte es parte de nuestra vida. No podemos adivinar cuándo habremos de partir; pero sí podemos hacerlo mejor preparados, sabedores de que hemos aprovechado los dones dados para desarrollar nuestros potenciales al máximo.

Esta experiencia catastrófica nos ha enseñado cosas valiosas:

• Quiénes son nuestros verdaderos amigos.
• Qué cosas tienen valor real y cuáles no.
• Que las manos solidarias reconfortan el alma.
• Que el servicio no mira credos, colores políticos, clases sociales ni hace distinciones de ningún tipo.
• A qué debemos dar prioridad en nuestras vidas.
• Cómo reaccionamos ante una emergencia.
• Qué lo que se nos ha enseñado por años sobre llevar una vida providente, no eran meras especulaciones, sino la visión de profetas inspirados por el Señor.
• Qué necesitamos mejorar para estar mejor preparados ante una catástrofe.
• Que experiencias límites como la que experimentamos, también saca lo peor de nosotros a la luz.
• Que debemos aprender a escuchar las "voces" correctas  a nuestro alrededor, aquellas que provienen del Espíritu Santo y no dejarnos confundir por "voces" alarmistas, sensacionalistas o pesimistas.
• Que no hay catástrofe que justifique el robo, saqueo, violencia o la pérdida de nuestros principios de vida.
• Que aquel que esté preparado, no temerá.
• Que Dios nos ama tanto que permite que podamos vivir experiencias adversas para que probemos nuestra fe, nuestro temple y progresemos todavía más.
• Que es bueno y necesario llorar, descargar nuestras emociones, hacer catarsis; pero luego debemos levantarnos y continuar adelante con nuestras vidas.
• También los demás han aprendido si pueden o no contar con nosotros al llegar las dificultades o sólo somos un mero estorbo.
• Que más importante que el dinero (que no nos servía de nada en esos momentos) era cuán creativos podemos ser para optimizar recursos mínimos, como el agua, la luz, los alimentos.
• Que hay muchas personas que nos aman y aprecian por lo que somos.

Estoy segura de que encontrarán otros aprendizajes valiosos; por favor, compártelos con nosotros y con quienes te rodeen. A veces,unos minutos de atención, de explicación,pueden hacer maravillas en aquellos de nuestros hermanos aún choqueados por esta catástrofe. Que el Padre les bendiga y dé la fortaleza para levantarse y continuar.